2024
Colección CIAC, A. C. ha propuesto este programa con el interés de impulsar y favorecer la formación profesional de artistas que están cursando estudios de posgrado en México. Viaje como experiencia de aprendizaje 2024 es la segunda edición de este proyecto que consiste en la organización de un viaje grupal con un enfoque educativo y colectivo a escenas artísticas del contexto neoyorkino.
El objetivo del proyecto es promover el viaje como experiencia pedagógica fuera del espacio tradicional de enseñanza para expandir la formación de artistas jóvenes y generar nuevos vínculos y perspectivas que refuercen su camino profesional.
Para esta edición Sofía Olascoaga ha sido nuevamente responsable de la conceptualización y la ejecución del programa, el cual incluyó un viaje de 11 días (del 24 de marzo al 3 de abril de 2024) a Nueva York, Estados Unidos; así como sesiones de taller previas y posteriores al viaje enfocadas en conocer los intereses de los participantes, la creación de una agenda de viaje de manera colectiva y, finalmente, la reflexión y el análisis de la experiencia.
Como en la edición pasada (2022), para esta se trabajó en vinculación con la Maestría en Producción Artística MaPAVisual de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos en correspondencia al interés que esta sostiene por establecer que la obra no concluye en el taller o en el momento de la producción, sino que es fundamental para el artista que conozca y experimente lo que ocurre en distintos momentos de la esfera de circulación de una obra de arte.
De esta maestría se invitó a la décima generación integrada por:
Agradecemos sinceramente a las personas e instituciones que participaron, recibieron al grupo durante el viaje y han enriquecido esta iniciativa.
Los espacios visitados fueron:
Museos, fundaciones, organizaciones sin fines de lucro y espacios independientes:
Espacios públicos:
Galerías:
Conversaciones con profesionales:
Talleres y encuentros:
2024
Bitácora de viaje
Estoy en un tren, siento el movimiento y escucho metales chocar. Abro los ojos, veo mi cuarto: la cama, el escritorio, la sala. Sigo estando en el tren, y mi cuarto es un vagón más. Aún percibo el movimiento, la velocidad, voy rápido. También tengo la sensación de que hay personas cerca, no miro a ninguna, pero sé que es así. Me siento incómodo. Me levanto al baño y vuelvo a dormir. Este sueño me ha visitado recurrentemente desde que volví de Nueva York, y me hace pensar en mi tránsito por la ciudad.
Esta bitácora relata los flujos que atravesé durante el proceso del viaje. Esto incluye las semanas anteriores y posteriores al él. Mis expectativas y descubrimientos. Recurro al viento como recurso para centrarme en la idea de movimiento, reflexiono en torno a las velocidades y ritmos que mantuve durante 11 días, y cómo he tenido que negociar con mis propios tiempos después de volver: ¿Estoy yendo demasiado rápido?, ¿estoy yendo demasiado lento? También abro un espacio para la sorpresa. Considero que el movimiento se percibe en el cambio, y cuando uno se halla en un espacio con tanto movimiento y tan cambiante como Nueva York, es fácil encontrarse con anomalías, pequeños eventos inesperados que pueden relacionarse con el azar, con la buena suerte.
Pienso que la experiencia me ha dejado una profunda inquietud por la negociación. Me enfrenté a diversas formas de ser y estar, algunas me resultan familiares, otras me parecen muy ajenas y me confrontan. No pienso que qué es mejor o peor, sino cómo puedo negociar con ello. Debo adaptarme, escuchar y responder con lo que tengo. Encontrar modos propios de atravesar los flujos que transito.
Como material adicional si incluye una liga a SoundCloud donde podrán hallarse registros sonoros del viento de distintos puntos en Nueva York, así como la interpretación de dos partituras. También adjunto cuatro partituras escritas a partir de los registros sonoros y de juegos aleatorios como tirar monedas y dados. Igualmente, se podrán encontrar dos ligas a videos de acciones realizadas como ejercicios de negociación posteriores al viaje.
Materiales adicionales
Partituras
Audios
Video Negociación. Dinámica colectiva
Video GO SLOW
Negociación, 2024
papel china, hilo y varillas de madera
44.5 x 43.5 cm (9 piezas)
Actividad colectiva en la que participaron los integrantes del programa Viaje como experiencia de aprendizaje 2024. Cada papalote contiene una frase que habla de las inquietudes individuales de los participantes en relación al viaje.
Miguel Bravo
Cuernavaca, Morelos, México, 1988
Vive y trabaja en Cuernavaca, Morelos. Es egresado del Centro Morelense de las Artes, donde cursó la licenciatura en Artes Visuales y se especializó en grabado. En 2017 abandona la gráfica para explorar nuevos recursos como la pirotecnia. A partir de entonces, su investigación se ha enfocado en el diseño de dispositivos mecánicos que le permiten indagar en conceptos como el movimiento y el tiempo. Desde 2022 forma parte del programa de Maestría en Producción Artística de la Facultad de Artes en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Su trabajo actual pretende crear un vínculo con el azar y la incertidumbre, atravesando sistemas dinámicos como el viento y el fuego por medio de artefactos móviles como papalotes y estructuras pirotécnicas.
Cuenta con dos exposiciones individuales: PULSÍNES, Galería El otro Mono, Cuernavaca, Mor. (2021), y La Tuba Mágica, Galería del Centro Morelense de las Artes, Cuernavaca, Mor. (2018). También ha participado en muestras colectivas, como: Un jardín al lado. R. Linares #101, Cuernavaca, Mor. (2024); Las ramas de los árboles rozan los cables de luz. Biblioteca/ galería, Miguel Salinas, Cuernavaca, Mor. (2023); El delirante orden de las cosas, Palmera Ardiendo, Cuernavaca, Mor. (2021); Tiempo Compartido, Museo Carrillo Gil. CDMX, (2021); Creación en Movimiento, Centro de la Imagen. CDMX, (2020); Palmera Ardiendo, Salinas 44, Cuernavaca, Mor. (2019); y ha sido beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) en las emisiones 2016–2017 y 2022– 2023 en las especialidades de grabado y libro de autor. De igual manera, por el Programa Jóvenes Creadores (FONCA) en su edición 2019 – 2020, en la especialidad de medios alternativos.
2024
Un relato por Nueva York
El Viaje como experiencia de aprendizaje a Nueva York me permitió generar una serie de cuestionamientos sobre la relación que podría existir entre Acapulco, mi ciudad natal, y la metrópoli estadounidense. En el transcurso de mi proceso de investigación, surgió un evento histórico ligado a Miguel Alemán y su visita en 1947 a la Gran Manzana, el cual lo convirtió en el primer presidente de México en visitar los Estados Unidos. Durante su estancia, logró asegurar una línea de crédito para impulsar el desarrollo del país. Este suceso tuvo un impacto directo en Acapulco, que a lo largo de ese período estuvo en el epicentro del impulso hacia la aparente modernización.
Durante mis paseos por la ciudad de Nueva York, dirigí mi atención hacia el paisaje, el espacio público, las obras de arte y las múltiples capas de memoria que se revelaron a través de las conversaciones y los recorridos en el contexto neoyorquino. Al mismo tiempo, sostuve una conversación significativa con mi abuela, dotada del don de la piromancia y capaz de vislumbrar imágenes en las velas. Este encuentro propició un diálogo profundo sobre el despojo y la transformación del territorio a lo largo del proyecto modernizador de Miguel Alemán en Acapulco, ocurrido en la segunda mitad del siglo pasado.
El cierre de mi bitácora se materializa en un video que, junto con mis reflexiones y cuestionamientos, se convierte en una parte integral del relato. Este está conformado por fotografías y sonidos que capturé a lo largo del viaje, así como por el archivo fotográfico que compilé de Nueva York y Acapulco. Esto surge de mi objetivo por establecer una relación entre pasado y presente; un juego de miradas y reflejos, donde la memoria emerge y evoca el amargo sabor de una falsa promesa de modernidad.
El programa Viaje como experiencia de aprendizaje a Nueva York fue auspiciado por la Colección CIAC, A.C., coordinado por Sofía Olascoaga y con el acompañamiento de Marisol Noble. El viaje tuvo lugar del 24 de mayo al 3 de abril de 2024.
Roberto Elías
Acapulco, Guerrero, México, 1993
La práctica artística de Roberto Elías evidencia las complejas relaciones entre naturaleza, urbanización y cambios sociales, resultado de transformaciones contemporáneas impulsadas por el crimen organizado y acontecimientos históricos específicos. Su enfoque va más allá de simplemente exponer eventos violentos, sino revelar su reconfiguración en la memoria colectiva. Explora otros puntos de vista y simbolismos posibles para descubrir las interacciones que dan forma y descomponen los territorios. Estas formas de violencia no solo generan símbolos o señales, también dan lugar a discursos complejos, portadores de dinámicas de poder y la capacidad para comunicar e influenciar.
Elías destaca las múltiples manifestaciones de la violencia en distintas situaciones, al explorar sus efectos en el cuerpo, los objetos y las percepciones. Estas reflexiones no solo sirven de impulso creativo que guía su producción, también son la fuerza que revela el potencial simbólico en su obra. En su proceso, parte de un planteamiento experimental en el que recurre a una variedad de materiales, formas, objetos e imágenes para aprovechar sus dimensiones simbólicas y narrativas. Desde diversas perspectivas, sus obras narran, recuerdan, testimonian, documentan y archivan.
Entre sus exposiciones individuales se encuentran: ¿Hacia dónde se dobla la maleza?, La Quebrada Espacio de Arte, Acapulco (2023); Resquicios porteños, PANDEO (2018); Vástagos, Museo Histórico Fuerte de San Diego (2018); Saldo blanco, Galería Principal ENPEG, La Esmeralda (2017). Además, ha participado en exposiciones colectivas como: Museo móvil desde el jardín, La Clínica, Oaxaca (2024); Apocalipsis tropical, Cordoba, Oaxaca (2024); Las ramas de los árboles rozan los cables de luz, Galería Miguel Salinas, Cuernavaca (2023); XLIII Encuentro Nacional de arte Joven, Aguascalientes (2023); ¿Cómo se genera una ola?, Museo de la Ciudad de Cuernavaca (2021); En el umbral del Tercer Milenio, Casa de la cultura Azacapotzalco (2018); Las manos quietas, Galería Central, Centro Nacional de las Artes (2018).
2024
Con los oídos y los pies
Al principio, pensé que no viajaría por la burocracia de la visa que no tenía. Un gestor me dijo que iba a tener que tramitarla en Colombia, mi país. En Bogotá, las citas las estaban dando, con suerte, para dos años después de la fecha de nuestro viaje. Un profesor de la maestría me sugirió casarme con un mexicano para obtener la nacionalidad, y así poder pedir la visa gringa en México sin problema: su idea era resolver una burocracia migratoria con otra peor de engorrosa. Osada propuesta. Un día, mi situación se solucionó gracias a una mujer paisa (de Medellín) que se apareció como un ángel. Entonces, terminé con una cita en el consulado de Nuevo Laredo, y allí empecé el año 2024. Hilario y yo caminamos las calles grises y poco transitadas de esa ciudad fronteriza. Era lo más al norte del continente que había estado en mi vida. El siguiente lugar sería Nueva York.
En el avión a Laredo, empecé a leer un libro: Wanderlust. Una historia del caminar de Rebecca Solnit. Había llamado mi atención porque me gusta caminar. No leí más de diez páginas, me quedé dormida como siempre me pasa en los vehículos en movimiento. Y aunque luego no regresé a él, se quedó en mi cabeza esta idea: “Moverse a pie parece hacer más fácil moverse en el tiempo: la mente vaga entre planes, recuerdos y percepciones.”
Lo primero que escribí en mi bitácora de viaje, previo a este, era una pregunta por el cielo de Nueva York. En una reunión en las oficinas de CIAC unos días antes, Magnolia nos había dicho: “La gente reconoce a los turistas porque son los únicos que miran hacia el cielo”. La mirada de sus habitantes parece mantenerse recta, ni arriba ni abajo.
no puedo mirar al cielo
porque el cielo es una ciudad altísima
con sus edificios invertidos
¿qué aprendí primero
¿a mirar al cielo
¿o a mirarme los pies
A veces no sé si lo que a primera vista parece metáfora es más bien una forma de conocer el mundo. De palparlo con los pies. Caminar es escuchar un entorno con el cuerpo. Y mi propósito siempre fue escuchar a la ciudad. En nuestros recorridos, cargaba una casetera para registrar sus sonidos y los nuestros en ella.
Mi primera sensación en Nueva York, la de los primeros días, era la de desplazarme en una película. Así caminaba entre la presencia del cuerpo y mi memoria. Pienso en lo difícil (y en lo bonito) de acoplar el ritmo de los veinte pies que nos movíamos en conjunto, como un organismo disperso, desmembrado, unos pies una cuadra adelante, otros una cuadra atrás, respirando el aire frío y oloroso. Diez memorias en movimiento.
En uno de nuestros tránsitos, me topé con el edificio del Anthology Film Archive. Quería visitarlo al principio, cuando planeábamos el viaje, y luego lo había descartado. Quizás lo invoqué y por eso se me apareció de repente. Pienso en el peregrinaje: una caminata que, en sí, carga lo sagrado. Pienso también en las meditaciones en movimiento del budismo zen. Lo que quiero decir es que los pies tienen sus intuiciones y sus caminos secretos y nos revelan cosas. Yo hubiera podido caminar por la otra acera y no darme cuenta.
Una tarde, nos encontramos con Robert, maestro de colegio, activista, artista y miembro del colectivo Ultra Red, cerca del Audubon Ballroom en Harlem. Fue la primera parada de una caminata sonora. Escuchamos el último discurso de Malcolm X en ese lugar, donde lo asesinaron hace casi sesenta años. A lo largo de la caminata, íbamos parando en ciertos lugares para alternar entre escuchar a Robert contarnos acerca de ellos y escuchar registros sonoros de la historia de estos sitios. Pienso en cómo la caminata y la escucha se entremezclaban, para movernos en el tiempo y entrever las capas históricas superpuestas, en una ciudad donde sistemáticamente se privilegia el porvenir sobre la memoria.
Caminar
en
el
tiempo
y
dejarse
atravesar.
Aquí, un collage sonoro de la ciudad de Nueva York y unas impresiones escritas y dibujadas sobre mi tránsito por ella.
Sesión de escucha a partir de un protocolo de Ultra Red
Participaron: Alan Maqueda, Ileana Hernández, Trini Ibarra, Hilario Tovar, Roberto Elías, Miguel Bravo, Sofía Olascoaga y Marisol Noble.
Fotos de Eduardo Vázquez.
Sara Fernández
Bogotá, Colombia, 1994
Estudió Cine y Televisión en la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente vive en Cuernavaca, Morelos, donde está terminando la Maestría en Producción Artística de la UAEM. Ha trabajado como sonidista en varios proyectos audiovisuales, así como en composición y diseño sonoros para cine. Su práctica artística oscila entre la música experimental, el performance sonoro, la imagen en movimiento, el dibujo y la escritura. Indaga en las relaciones entre la voz, la escucha, la palabra, la escritura y la oralidad. Hace rituales performáticos en los que crea atmósferas a partir de voces, grabaciones de campo y poemas.
Se ha presentado en colectivo y en solitario en varios espacios en México, Colombia, Chile, Argentina y Perú. Hace parte de la colectiva Nuube, activa desde 2022, y de otras agrupaciones sonoras experimentales como Extinción de Dominio, Sindicato Dómina y Opus Nigrum.
Su filmografía ha sido exhibida en varios festivales colombianos: FICCI (Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias), Bogoshorts, Festival de Cine de Jardín, entre otros. En sus cortometrajes Los innombrables (2018), Sin Sangre (2016) y los niños y las niñas (2015) aborda temáticas como el encierro, la melancolía y la juventud.
Hace parte del colectivo Emilia Segunda Cine, con quien curó y programó la muestra Un mundo sin adultos en la Cinemateca de Bogotá en 2018. En el 2022, realizó en esta misma institución, con el estudio de arte y cine La Vulcanizadora, la exposición Surcos y cimas. Allí presentó su vinilo homónimo.
Ha publicado dos libros de poesía: Corte invisible (Editorial Lectores Secretos, 2022) y Ya no siento rencor aunque ahora tenga más razones (Editorial Tristes Trópicos, 2019, en coautoría con Natalia Martínez). Participa constantemente en lecturas en la Ciudad de México y en Bogotá.
Ha trabajado, desde hace más de diez años, como docente de lenguas (francés y español) para niñxs y adultxs.
2024
Bitácora del viaje a Nueva York
Esta bitácora se construye a partir del conjunto de reflexiones, notas, audios, dibujos, panfletos y de eventos que visité durante la segunda edición del programa Viaje como experiencia de aprendizaje en Nueva York. Auspiciado por la Colección CIAC, A.C. en vinculación con la Maestría en Producción Artística (MaPA Visual) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Antes de comenzar este relato les quiero explicar un término que es muy importante en mi práctica artística y en el proyecto que estoy desarrollando en el marco del programa de MaPA.
Aguaditx:
Lo uso con dos connotaciones. La primera tiene que ver con la raíz misma de la palabra agua y se refiere al elemento vital. Por ejemplo, en el caso de mis Investigaciones aguaditas estás se refieren a todas las exploraciones que he hecho al estar en contacto con el elemento. La segunda connotación surge de observación de la materialidad del agua y se relaciona con estar o sentirse en un estado de fluidez, de adaptabilidad, de transformación y de cambio. El ser aguaditx es poder aceptar con soltura que nada en esta realidad es rígido, que todo está en constante cambio.
Desde mi vivencia, este viaje comenzó en agosto de 2023 cuando nos invitaron a ser parte de esta segunda edición. En ese momento, fui recolectando poco a poco elementos que ahora forman parte de esta bitácora. Siempre cargo conmigo un diario visual, y esta vez no fue la excepción. La libreta que usé para plasmar la experiencia durante el viaje en Nueva York, me la regaló un amigo que regresaba de viaje. Me pareció perfecta, ya que había llegado a mí con una linda intención, con la energía emocional y mental que un viaje (no de reposo) requiere. Creo que estos elementos son necesarios para poder tener una experiencia agradable.
Estoy atravesada por una experiencia de migración ocurrida en mi adolescencia. Visité Nueva York hace unos años. Durante ese viaje tuve una sensación extraña que no pude identificar. Estaba asombrada con el arte, las actividades, la gente, la diversidad cultural era muy parecida a la de Montreal, lugar en donde viví la mitad de mi vida y con el ritmo de esa ciudad. No puedo decir que es más lento que el de la CDMX, es simplemente diferente. En esa ocasión, me impactó mucho Coney Island. Cuando salí del tren de repente entré en una especie de ficción pero real. Ese día sentí y vi la decadencia humana que surge del exceso y la voracidad del sistema en el que vivimos. El tamaño de las cosas, los lugares, los objetos, las personas, eran grandes. No en el sentido de grandeza, sino en el de too much. Al saber que regresaba a este lugar, coloqué ese recuerdo en memoria latente para no cargar con prejuicios que me negaran la posibilidad de absorber, contemplar, vivir y aprender de esta experiencia, ya con otra edad, otro contexto y con otra compañía.
Después de varias sesiones en las que investigamos, acordamos y sugerimos varias actividades, el 24 de marzo llegamos a la ciudad de Nueva York. Mi propósito era usar la libreta como dispositivo para aterrizar lo que había vivido cada día del viaje. Entre los desplazamientos, los encuentros, la traducción, las comidas y toda la estimulación, solo tuve tiempo y energía de anotar algunas impresiones de obras, emociones y ciertas frases provenientes del entorno, algunas con y otras sin sentido. Mientras tanto, seguía recolectando elementos que pensaba iban a ser útiles al regresar, cuando tuviera tiempo de asentar la experiencia.
“Todo va muy rápido. Así son los viajes. Así son las maestrías. Así es el sistema en el que vivimos”, pensaba cuando el cansancio me invadía, mezclado con el deseo de seguir absorbiendo y participando en lo que se presentaba dentro y fuera de la experiencia del viaje. Porque honestamente, la curiosidad, el intercambio humano y de conocimientos me importan mucho. Pero luego me pregunto: ¿hasta dónde esto es ansiedad (fomo*) y hasta dónde es obediencia y hasta dónde es interés genuino?
Mi medio principal es el performance relacional, es decir, mi cuerpo es primordial para desarrollar mi práctica artística. En mi trabajo otorgo mucha importancia a las nociones aguaditas y de colaboración. Trato de crear y compartir mis piezas corporal y visualmente. Recurro a diferentes estrategias. Los movimientos corporales y las dinámicas que propongo al público que presencia mis performances, tienen la intención de abrir diálogos donde podamos estar en contacto con nuestrxs cuerpxs. De esta forma podemos ejercer un contrapeso al ritmo en el que vivimos y podemos apreciar nuestro entorno y nuestras interacciones de otras formas, más calmadas, gozosas y aguaditas. Pienso que estas nociones no están valoradas en el modo de vida que llevamos. Al hacer este espacio (físico y mental) en mis intervenciones y performances otorgo gran importancia a la escucha, a la retroacción y al cuidado de mi persona, de lxs demás y del entorno en el que nos desarrollamos. Esto con el fin de no recrear el mismo ritmo que nos lleva al cansancio, a la automatización y a entrar en piloto automático. El cual impide la escucha atenta, el aprendizaje, el acuerpamiento y sobre todo el empatizar con lxs demás y con lo que nos rodea.
Con la ayuda de un mapeo posviaje, donde hice una reflexión para asentar la experiencia, identifiqué tres momentos en los que sentí retroacción, escucha y sinergia potente:
2. El taller con Viva Ruiz y el encuentro con los estudiantes del Pratt Institute.
3. La comida en el restaurante etíope por el cumple de Salvador Xaricata.
Partiendo de estas experiencias que marcaron mi viaje, realicé cuatro videocollages que representan metafóricamente las sensaciones corporales, ideas, colores, sabores y preocupaciones compartidas, en tiempos sin prisa y sin ansia. Estos momentos fueron los que más aprecio y lo que más recuerdo de este viaje. Hice también un videocollage que mezcla diferentes momentos y lugares que visitamos.
Estos videocollages fueron activados en la presentación de las salidas de las bitácoras individuales delante de algunxs miembrxs de la facultad, estudiantes y algunxs docentes de la maestría. Traté de revivir y recrear sonidos, olores, sabores y atmósferas que vivimos en estos 3 momentos. Me parece que es muy importante acuerpar experiencias y transmitirlas con el cuerpo para poder acercarnos a la experiencia de diversas maneras, no priorizando lo racional, sino desde otras lógicas y sensaciones que también significan.
Ileana Hernández
Ciudad de México, México, 1986
Ileana Hernández Camacho nació y creció en la Ciudad de México. Emigró a Montreal, Canadá y actualmente vive en Cuernavaca (México), donde está terminando la Maestría en Producción Artística en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). Es licenciada en Bellas Artes con una especialización en Artes de Estudio de la Universidad Concordia (2014).
Utiliza el performance relacional como medio principal para desarrollar su práctica artística. Su tema de investigación es el camuflaje humano. Utiliza la indumentaria y objetos cotidianos para modificar su cuerpo natural con el fin de crear un cuerpo poético. De esta forma, busca crear diálogos corporales con elementos de su entorno. Esto lo hace a través del mimetismo. Así abre un umbral empático y puede compartir experiencias sensoriales que reimaginan nuestras formas de vinculación y escucha. En este momento, el elemento con el que dialoga es el agua.
La artista otorga un lugar importante a las nociones de retroacción y colaboración. En sus creaciones resalta el valor de los vínculos recíprocos entre lo vivo y lo inerte para subrayar el potencial evocador de cada uno. Ha presentado su trabajo nacional e internacionalmente.
2024
Mi querido amigo artesano de la justicia, Víctor:
Por el tiempo que hemos compartido, quiero agradecer tu cercanía y afecto desde que te conozco. Lo que hemos compartido, las pláticas, los silencios y la locura que nos convoca y nos comparte. Te quiero y admiro.
Si hubiera tenido la oportunidad de hablar contigo durante los días que estuve en Nueva York me hubiera gustado contarte lo siguiente:
Pienso en los cuartos que he habitado. El aislamiento que sostuve por años. Siento cómo el venir acá a Cuernavaca me trasladó a otra vida y cómo este viaje también se quedó en mí. Y siento que el cuarto aún va conmigo. El cuarto es mi cuerpo. Y siento, por momentos, la imposibilidad para sostener el ruido, la saturación y el exceso de información que pude contemplar en Nueva York, visualmente una isla o una ventana que abre hacia otras ventanas. Y recuerdo los dibujos de miniaturas persas, con su perspectiva escalonada no occidental. Todo parece que se viene encima o da la sensacion de caer. De caerme encima.
Y recuerdo la ansiedad que sentí en el Met con tanta gente alrededor. De verdad tuve que aislarme para reponerme emocionalmente. Para reunir mis «cucharas» o quizá como dirías tú: para generar nuevas. Nuevas ganas de estar en el presente porque como tú sabes, las cucharas son unidades de energía emocional. A veces no se me da eso de hacer nuevas cucharas, me es difícil, así que tengo que pensar bien en distribuirlas adecuadamente.
Y no dejaba de pensar en mis amigas de Femidiscas: Dana, Ana, Nur, Diana, Eli, Herli, y en las personas loques de nuestra Red Orgullo Loco: Ale, Grecia, Diana, Tona, Ro. Pensaba en que quizá no podrían sostener el ritmo acelerado del viaje en esa gran ciudad. El metro saturado a todas horas, la gente sobrepoblando las banquetas bruscamente, indiferentes. Y la ciudad en sí, como todas las grandes ciudades, con esa sobresaturación y accesibilidad políticamente correcta. A las ciudades así les falta accesibilidad emocional y les sobra capacitismo. Las experiencias discas se debordan. No caben.
Recuerdo el cansancio.
Recuerdo haber escuchado a Mowri con su batería en loop resonando contundente en la galería Ki Smith y entusiasmarme con la potencia que tiene el audiovisual expandido. Confirmé que en el video me encuentro.
Recuerdo también en el Met, la imagen saturada de blanco por el exceso de luz al interior de un cine realizada por Hiroshi Sugimoto, y a la vez recuerdo a mi hermano y cómo nos hemos acompañado con una complicidad reconfortante. Me pregunto qué hubiera dicho José de aquella fotografía y cómo la hubiera analizado conmigo desde esa pausa que lo caracteriza y que es tan suya que a veces también lo aisla. José también se ensimisma, como yo. Como tú, como muches de nosotres aquí.
El vacío en blanco, el silencio de esa imagen que encapsula la totalidad del movimiento de la película blanquecina y fantasmal del rastro de la luz. También me ha pasado que quisiera ser ese cine en blanco. Querer poder conseguir ese silencio entre tanta bruma. Como vapor, ruido, ensordecedor y espeso. Me disperso.
Guadalupe Maravilla me enfrentó a la incomodidad de habitar mi propio cuerpo en quietud. En una de sus ceremonias me hizo pensar en los procesos de sanación que desde mi práctica artística anhelo tanto.
Recuerdo haber hablado con Majo, mi compañerx de amor, porque comencé a sentir paranoia. No recuerdo la calle, ni el momento justo pero sí recuerdo el dolor de estómago. Recuerdo cómo me reconfortó y que eso, su escucha desde el afecto, fue lo que me sacó de ese trance insoportable.
Y tiendo a ensimismarme, sí, y a volcarme y regresar al cuarto.
Desde el cuarto también hemos hablado muchas veces a través del teléfono. Siempre has estado presente. Con tu escucha, también.
Y recuerdo que estábamos cenando y me llegó un mensaje de mi madre. Recuerdo mis ojos inundados, conmovidos cuando me dijo que quería conversar conmigo del cómo ha ido asimilando ella que yo sea lesbiana. Pero ahora ese mensaje desde otro lugar, uno más amoroso.
Recuerdo otra vez la llamada con Majo. Llorar y reír de madrugada.
Repaso el momento de conmoverme también en el MoMA con el cuadro de la noche estrellada. Me emociona que su obra congrega a tanta gente. Conversan alrededor de él y pienso en la soledad y el malestar emocional que sostuvo Van Gogh y pienso en su cuarto amarillo y azul. Pienso en su cuarto y el mío.
Del Guggenheim recuerdo a Roberto cómo me compartió el trabajo de Doris Salcedo. Amo ver su emoción, me enternece su plática. He aprendido mucho de él pero sobre todo que existen líneas delgadas, profundas y sinuosas en nuestros vínculos. Te quiero.
A veces me pregunto qué necesito poner en los vínculos para que se sostengan.
Tuvimos una conversación con Cris acerca del Programa de Educación del Whitney en donde nos compartió acerca de propuestas culturales más accesibles. Proyectos sostenibles durante más tiempo. Nos habló de su experiencia cultural a partir de su identidad como mexicana viviendo allá. Nos contó que en Nueva York el 40% de las personas mexicanas están detrás de la cocinas.
Y vuelvo a emocionarme con las instalaciones inmersivas de Pipilotti Rist. Su cama bañada por la proyección de sus videos y el cuarto navegando entre colores… e inmeditamente pienso en mi amiga Dana Le petit riot y su ciberactivismo desde su cama hablando acerca de las enfermedades crónicas. Y me siento cerca de ella mientras la proyección de Pipilotti cae sobre mí. Recuerdo haberme desfasado del grupo por quedarme un rato conmigo recostada.
Recuerdo haber sentido la cercanía afectuosa de Larisa, mi tutora, al preguntarme cómo estaba. Fue un mensaje de texto a mucha distancia que me hizo recordar estos dos años de acompañamiento. Y sentir cómo a partir de sus asesorías me impulsó y me acercó más al proyecto y a mí.
Pensar en Manu al ver las obras pictóricas de Matta Clark y Ellsworth Kelly y en las plantas que me ha regalado, y al mismo tiempo pensar que mis plantas no estaban siendo regadas mientras estaba allá. Pienso también en la gatita que nos visita en nuestra casa en Chamilpa, ¿quién la procuraba en esos días?
Poder conversar con Ile en el avión de regreso acerca de nuestras emociones. Las suyas, las mías que en su momento se estaban desbordando. Agradezco tu risa, Ile.
Gracias Sofía y Marisol por el acompañamiento en este viaje en donde el cuarto se expandió y se retrajo varias veces, en donde acentuó la importancia de convivir con nuestras incomodidades. Gracias Sofía por llevar la cuenta del tiempo exacto en el que los cerezos florecían. Y a ti, Marisol, por hacerme sentir que me entendías cuando yo hablaba del cuarto.
Poder compartir con Sara mi sentir acerca del tiempo de encierro. En especial los 48 días que estuve adentro del hospital psiquiátrico. Y pienso en sus cartas, las que nos escribimos en el primer semestre de la maestría. Y siento, gracias a ella, cómo la voz se impregna en las palabras que no decimos. En las experiencias silenciadas que compartimos.
Pienso en la ternura de Chava y la fotografía que le tomé en donde coloca una flor en su cabello. Los trayectos en carretera y las charlas, los abrazos de Alan, sus bailes, y las ganas de querer conocerlos más.
Se entrecruzan mis recuerdos. Y vuelvo a pensar en lo mucho que me emociona compartirle a mi hermano los audios del concierto de John Zorn. Mucho de mi interés audiovisual proviene de su entusiasmo por compartirme música.
Y entiendo la importancia de las redes, la interdependencia que forman los seres minúsculos, como los camarones. La obra pictórica de tintura coral con una sutileza frágil y conmovedoramente fuerte que alguna vez nos mostraste, Hilario. Y te lo agradezco también, todas las veces que me ayudaste con mis videos.
La primera noche que llegamos, Miguel nos enfrentó a las alturas, con una vista de pájaro de aquella gran isla iluminada. Quizá de ti aprendí a enfrentar los miedos. Miguel nos regaló el viento y la pausa.
Conmoverme profundamente hasta las lágrimas, éstas como un abrazo reconfortante al haber conocido y charlado con Heidi Latsky, directora de la compañía de danza inclusiva que lleva su nombre. Recuerdo que me dijo: “si para ti es importante, lo es”. Su acercamiento fue más allá de estas palabras, fue desde lo no dicho, desde su disposición corporal, su escucha y su forma de estar presente y generosa.
Querido Víctor, amigo: Este dibujo es la ciudad que experimenté. Este es el viaje que quería compartirte. En mi mente, una isla rodeada de mar y la imagen de Lisa Bufano nadando alrededor, observando desde una esquina. Y siento de nuevo que las enormes ciudades no son accesibles para personas con discapacidad. Para habitarlas deberíamos ser sirenas como Lisa Bufano, armarnos con prótesis que nos permitieran eso, navegar lo innavegable. ¿Habrían de existir prótesis para mi locura? Y si las hubiera, ¿serían en forma de tentáculos que quizá me permitieran estirarme desde un extremo a otro de la ciudad tan solo para tocar el mar afectivamente? O tocar a las personas que amo, de una forma tan sutil y calma como lo haría con la punta de un tentáculo explorador.
Y recuerdo a Magali Lara insistente en que toquemos lo poético desde adentro. Ella me dijo que colocara el mar al centro. Y que mi locura había venido a enseñarme que hay cosas que no tienen explicación. Me doy cuenta que de esas infinitas posibilidades y matices que puede significar el mar también está la inmensidad de lo emocional.
Aún me falta mucho por explorar de lo vital.
El performance de Joan Jonas donde ella se coloca vigorosamente al centro de su proyección en donde simbólicamente la hace girar con un remo. De ella aprendí quizá la importancia de saber girar la persectiva de mis experiencias. Aunque confieso que a veces siento que no tengo los remos adecuados.
Y si te soy sincera, mi sensación con respecto a este viaje en realidad fue la de no haber puesto el mar al centro. No supe cómo. En cambio puse una isla. A veces pienso que todes flotamos como una especie de isla entre nuestras vulnerabilidades, unides solamente por puentes metálicos como aquel gran puente de Brooklyn que aguarda todavía a que lo crucemos.
Constantemente me recuerdo qué necesito. Quiero más tiempo para sentir.
Gracias por venir a verme. Por ser alguien que siempre ha confiado en mí.
Por la justicia loca y nuestras amistades.
Te quiere, Trini
Esta bitácora es un cúmulo de sensaciones, imágenes y pensamientos. Un recorrido por un mapa. Esta imagen conformada por fragmentos o la totalidad de diferentes imágenes recopiladas en el viaje de Nueva York son calcas, réplicas delineadas con dibujo digital de fotografías del viaje. Así en este acto de delinear momentos puedo volver ahí. Volver: hacer presente otra vez un instante para repensarlo, sentirlo a otro tiempo en un acto meditativo en donde brota lo emocional y sale a flote la experiencia o los acentos afectivos. Palabras que crean imagen, imágenes que crean abismos y entre el blanco y el negro, el espacio fronterizo entre desaparecer y estar, desde la experiencia de la discapacidad psicosocial del bagaje de tener impregnada la locura por diez años. Ubicarse en este mapa no tiene un inicio preciso ni un final certero, es un trabajo continuo de introspección e intercambio conmigo y con otrxs. Siempre lo será. En cada viaje un retorno. Un encuentro y una despedida.
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Trini Ibarra
Ciudad de México, México, 1987
Se identifica como artivista feminista loca. Indaga las opresiones que violentan, discriminan y deterioran nuestras identidades en cuanto a la experiencia de la locura como un hecho social. Actualmente radica en Cuernavaca, Morelos en donde está por concluir la Maestría en Producción Artística (MaPA-UAEM). Es parte de la colectiva de mujeres con discapacidad: Femidiscas y es coordinadora de Artivismo y Cultura Loca para Red Orgullo Loco México 2023.
Exposiciones individuales: Umbral, Galería Noox Azcorra, como parte de las actividades de la Noche Blanca en Mérida, Yucatán, 2019. En 55 actos sobrevivirán los años, Espacio Arterial, Universidad de la Comunicación, CDMX, 2017. …Y cuantas veces sea necesario, comenzar lo innecesario, Espacio Alternativo. La Esmeralda, CDMX.
Exposiciones colectivas: Tiempo compartido, como parte de las actividades de la colectiva Entre minas, participación con video He sido muchas, musicalizado por la chelista Belén Ruiz Guerrero en colaboración con voces de FEMIDISCAS, presentado en las redes sociales del Museo de Arte Carrillo Gil, CDMX, 2022. Sin Fronteras Outsider art uit Mexico, La pureza del arte, Galería & Atelier Herenplaats, Países Bajos.
Presentaciones live cinema: Live cinema Contárselo a ella, versión sonorizada por Antonio Tranquilino y voz de Dana Herrera Le petit riot en Documenta AC, CDMX, 2022. Umbral, live cinema, primera versión musicalizada por Belén Ruiz Guerrero, Tú de mí, yo de ti, Festival Tiempo de Mujeres, CDMX. Museo de la Ciudad de México, CDMX, 2019. Luz de las seis, live cinema, 2a versión, sonorizada por Juan Pablo Villa. Encuentro internacional LPM (Live Performers Meeting) Teatro de las Artes, Centro Nacional de las Artes (Cenart), CDMX, 2013.
Instagram: @triniibarra_artivista
2024
Bitácora de viaje
La primera parte de la bitácora corresponde al registro fotográfico de los exvotos que fui a dejar a El Arenal, Hidalgo; precisamente en la Iglesia del Señor de las Maravillas. Ahí tiene su altar el Cristo Señor de las Maravillas, el más milagroso de los tres protectores de la frontera norte Hñähñu. Fui allá para pedirle por nuestro viaje a Nueva York y para agradecerles los favores recibidos. Tengo claro que con esto no se juega y que cada pedimento fue hecho con devoción y respeto porque no se trata imágenes cristianas, sino del Äjua partido en tres. Estos pedimentos fueron colocados en el retablo de la sacristía y convivieron con otras formas textuales de exvotos.
La segunda parte de la bitácora es la edición digital de los tres cuadernos con los que registré el viaje a NY. Los cuadernos se titulan: El Don, Daddy y El camino. El relato de esta edición no es lineal, se compone de dibujos, fotografías y notas personales dispuestas al azar porque tengo el presentimiento de que así funciona la memoria; como una huella y su amenaza de borradura.
La tercera parte trata sobre la acción de tejer: Durante la visita al Met perdí un gorrito de estambre que me tejió mi hermana. Y al volver a Santa María Ahuacatitlán decidí tejer otro gorrito con ixtle. Cuando me encontraba tejiendo reflexioné sobre mi experiencia del viaje, e imaginé al ixtle como una metáfora de mi personalidad, como algo que hacía nudos y se sentía áspero al pasar entre los dedos. Creo que tejer es una tecnología para ofrendar y reescribir la memoria, así uno puede avanzar y deshacer. Entonces, si vuelvo a editar la bitácora no tendré problema para reordenar las imágenes de los tres cuadernos. Editar y tejer son acciones vinculadas a la reescritura que me ayudan con este proceso de trabajar el viaje, y que agradezco al Äjua voy olvidando.
Alan Christian Maqueda Gálvez
Valle del Mezquital, Hidalgo, México, 1990
Territorio, varios colores e incidentes. A modo de juego he construido ensambles con materiales orgánicos y de naturaleza frágil que me remiten a las tecnologías campesinas que implementó mi familia para subsistir y narrar una vida en el semidesierto. Asocio la fragilidad de mis ensambles y dibujos con el pensamiento de la comunidad de mis abuelos, el hñähñü mfeni.
Mi primera exposición individual se tituló: Y los cerros horrísonos cuenten (Galería A4-PAC, 2023). Y las exposiciones colectivas más recientes en las que participé fueron: Picos y Riscos (La Nana. 2024), Espejos de Agua (Centro de las Artes Hidalgo, 2023), Las ramas de los árboles rozan los cables de luz (Biblioteca/Galería Miguel Salinas, 2023), II Bienal de arte contemporáneo BARCO (Galería Jesus Gallardo, 2023) y Foliofagia. Hojas de respeto (Monolito MX, 2023).
En breve dejaré de ser becario CONAHCYT, concluiré la Maestría en Producción Artística (MaPA-UAEM) y me iré de vuelta al Valle del Mezquital a cosechar granadas y nadar en aguas termales.
2024
Demarcaciones y transparencias
Durante el viaje me interesó explorar las líneas de suministros de los alimentos que se encuentran en la ciudad de Nueva York. Recolecté papeles como tickets, boletos y tarjetas de metro bajo la forma de una bitácora. Guardé restos de alimentos que consumí durante esos once días para después encapsularlos, y, con todos estos elementos, realicé un collage. Finalmente puse el collage en una caja de luz y lo fotografié.
A continuación se puede ver como algunos de los alimentos se han transformado con el paso del tiempo:
Albahaca Thai 1
Albahaca Thai 2
Espinaca 1
Espinaca 2
Yuzu 1
Yuzu 2
Injera 1
Injera 2
Tomé una foto de las servilletas que utilicé y guardé en el viaje, para realizar el mismo proceso y capturarlas a contraluz.
Semillas
Al ver la ciudad desde arriba del Empire State recuerdo que pude sentir cómo estaba altamente poblada. Me llegó la sensación de que se extendía no solo hacia los lados sino también verticalmente. Pensé en cómo se ocupa ese espacio, un espacio hueco delimitado por un cascarón de acero y vidrio y ocupado con energía en forma de luz eléctrica y calefacción.
Antes de llegar me interesaba rastrear las líneas de suministro de la ciudad: ¿Cómo los alimentos llegan ahí? Sobre todo, los vegetales. Estando ahí empecé a pensar más en cómo se delimita o administra el espacio. En Nueva York, como creo que sucede en casi todos los casos, los vegetales se siembran fuera de la ciudad. La urbe tiene jardineras y zonas destinadas a ser plantadas, pero no por cualquier planta. Los vegetales que ahí crecen son específicos para ese espacio, es su sitio, porque así se planificó igual que el lugar para una banca o la misma banqueta.
Pensé que rastrear los vegetales que ahí se consumen como alimentos sería una forma de explorar las líneas de suministro. Pensaba que en una ciudad con una alta diversidad cultural de habitantes encontraría una gran variedad de frutas provenientes de todo el mundo. Cosa que hasta cierto punto es verdad, sin embargo, para comprar alguna fruta de origen extranjero hay que ir a un sitio especializado, es decir, que no se encuentran al alcance de la mano en cualquier supermercado. Lo que sí encontré, como en todas partes en las que he estado, fueron muchos plátanos o bananas y manzanas.
Me llamó la atención el monocultivo y su relación directa con las formas en que repartimos y administramos el espacio. Desde los lugares que destinamos a la agricultura y los que delimitamos como parte de las grandes ciudades, hasta los recovecos en estas urbes que sirven como jardineras en medio del entorno de concreto y vidrio. Guardé las semillas que sacaba de las frutas que comía, casi puras manzanas y una semilla de Yuzu (una especie de limón utilizado sobre todo en Japón) que obtuve de un restaurante de ramen. Después plantaba estas semillas en sitios en los que la tierra estaba al descubierto, en los que no había sido cubierta con asfalto o cemento. Creo que es casi imposible que las plantas nacieran ahí y aun si lo hacían hubieran sido cortadas por los jardineres que atienden esos espacios. Así que la acción responde más a un gesto acerca de la posibilidad. La posibilidad de una semilla de germinar cuando la fruta de la que proviene fue considerada solo como objeto para su consumo y se anuló su condición de ser vivo y la posibilidad de los espacios controlados y delimitados para una función en específico de ser otra cosa.
Hilario Tovar
Puebla, Puebla, México, 1985
En 2024 concluyó la Maestría en Producción Artística de la UAEM, en Cuernavaca, Morelos. A lo largo de diez años ha desarrollado su práctica artística a través de una multiplicidad de medios (video, sonido, escultura, fotografía, performance).
Las relaciones del ser humano con la naturaleza son centrales para sus investigaciones artísticas. Percibe una emergencia, incertidumbre y desesperanza manifiesta en la crisis ambiental. En la imaginación y en la observación de su entorno encuentra herramientas alternativas a una sensación de desesperanza frente a los problemas de la vida actual. Su obra parte de la relación directa que establece con formas de vida, distintas de las humanas, sobre todo con animales. Busca comprender el sitio que ocupa con respecto a los organismos que le rodean, en un planeta en que todas las formas de vida están relacionadas entre sí. Aspira a descifrar las manifestaciones de los vínculos entre diversos agentes vivos. Le interesa, por ejemplo, la idea de que los humanos forman parte de un conjunto con los animales como actores y no solo como una materia pasiva de los alimentos.
Ha realizado diferentes exposiciones individuales entre las que destacan Corrientes de ubicación, Galería Impronta, Cholula, Puebla, México (2020); Resonancia, Circulo Cubano de México, CDMX, México (2018); ¿Qué es lo que hace el fuego? Lakunsthalle, Puebla, México (2016); Bloom, Galería de IMACP (Instituto municipal de arte y cultura de Puebla) Puebla, México (2015); Confrontaciones inútiles, Plataforma de arte contemporáneo No Lugar, Quito, Ecuador (2012); También ha participado en varias exposiciones colectivas como Hello again, La capilla del arte, Puebla, Pue, México (2023); Lingue Sorelle, Plomo galería, CDMX, México (2022); Atravesar paisajes, propiciar encuentros, Plataforma Artbase, Puebla, Pue, México (2021); Tiempos áridos, Error proyecto, Puebla, Pue, México (2021); Arte actual en Puebla (2017-2020); Galería del Palacio, Puebla, Pue, México (2021); NATURAE naturaleza y paisaje mexicano, Plazuela cuadrada («Plaza de los espejos») del Parque Ecológico Xochimilco, CDMX, México (2020); Plataforma, Museo Internacional del Barroco, Puebla, Pue, México (2019-2020); Salón Puebla, Galería del Palacio, Puebla, Pue, México (2019); Autorecostruccion detritus, Museo Universitario de Ciencias y Artes MUCA Campus (UNAM), CDMX, México (2018); Atractor extraño, Centro Cultural Casa Baltazar, Córdoba, México (2018); Contornos Aledaños, Circulo Cubano de México, CDMX, México (2018); Infraleve, Museo de la Memoria Universitaria (BUAP), Puebla, México (2018); No Natura Roberto Rugerio, Galería La Miscelánea (UNARTE), Puebla México (2018); entre otras. Ha realizado residencias en Utopiana Residence marzo, junio y julio (2017); Ginebra, Suiza. Y en Rockland Residency, marzo (2016, Seattle, Washington, EUA, además fue Ponente en el Primer Congreso Internacional de Humanidades Ecológicas de la Universidad Autónoma de Madrid (2023) en la mesa Arte y Narrativas Audiovisuales.
Instagram: @luishilariotovarbonilla
2024
Mi bitácora sonora se generó a partir de un archivo de grabaciones hechas durante el viaje a Nueva York (24 de marzo – 3 de abril de 2024) y la narración de esta experiencia desde una genealogía de desplazamientos que me atraviesan. Durante nueve días se colocaron dos micrófonos lavalier o de solapa, en tres partes del cuerpo; un día en el cuello, otro en los brazos y finalmente en los pies, cada día se alternaba el lugar de estos aparatos para obtener distintas grabaciones del tránsito por la ciudad de Nueva York. Este relato explora las experiencias de ruido, incomunicabilidad y vulnerabilidad en un entorno multilingüe como Nueva York. Enfocándose en cómo diferentes idiomas coexisten en un mismo espacio, y cómo la falta de comprensión lingüística puede generar sensaciones de extrañeza y desorientación. A través de la grabación de sonidos en espacios públicos y la reflexión sobre la diversidad lingüística, se cuestiona si esta diversidad implica inevitablemente la incomunicabilidad, evocando la historia de la torre de Babel. La creación de un archivo de sonidos sirve como una exploración de la intersección entre los sonidos, los cuerpos y la comunicación en el contexto de globalización que representa Nueva York.
Video Bitácora
Narración acerca de mi experiencia de viaje a Nueva York (24 marzo -3 abril 2024). Decidí grabar por nueve días mi tránsito por la ciudad a partir de micrófonos de solapa colocados -en diferentes días-en el cuello de mis prendas, uno al frente y otro atrás, en las magas y en el dobladillo del pantalón.
Archivo Sonoro
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Las más de diez horas de grabación que se realizaron entre el 24 de marzo y el 3 de abril de 2024 se recopilaron y editaron en tres álbumes, cada uno perteneciente a una de las tres partes del cuerpo en las que se colocaron los micrófonos de solapa. Así, Cuello-Cuerpo, Brazos-Cuerpo y Pies-Cuerpo reúnen tres pistas de 10 minutos cada una, en la que se yuxtaponen diversas grabaciones.
Salvador Xharicata
Cherán, Michoacán, 1996
En su obra existe una negociación persistente entre el pasado, el presente y el futuro, como una forma de cuestionar su experiencia de desarraigo e integración étnica. Temas como la historia del proyecto racial del mestizaje, la reinvención étnica en los procesos políticos de los movimientos originarios, la tradición oral p’urhépecha, la memoria y el lenguaje materno como potencial político, atraviesan las reflexiones de su trabajo. En 2019 formó parte del Taller de Escritura Etnográfica de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES, Morelia) y del grupo de estudio Inconclusx, programa de investigación en arte contemporáneo apoyado por el PAC (Aparato de Arte, Guanajuato). Ha sido artista comisionado en la XV Bienal FEMSA (2024), becario del PECDA Michoacán (2023) y ha ganado el premio de adquisición en el XLI Encuentro Nacional de Arte Joven (2021). Sus exposiciones colectivas recientes son; Conocer el mundo con la boca sin que te piquen las espinas, Museo Casa Diego Rivera, Guanajuato (2023); Verano del Amor, Galería Campeche, Ciudad de México (2023); Caminamos sobre la misma pira, Espacio Cabeza, Guadalajara (2023); Arte de los pueblos de México. Disrupciones Indígenas. Museo Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México (2022).
2024